Migraremos a Saturno, surcáremos las estrellas, volaremos lejos y seremos libres. Todo el poder del mundo está aquí, en nuestras manos, y cuando lo usemos, sentiremos las maravillas de la vida.
Estas fueron las últimas palabras que Marcos dijo antes de morir de sobredosis. En su vida fue todo esclavitud. Era esclavo de sus miedos, de sus fracasos, y de la sucia jeringuilla que le hacía ver todo de forma distinta, y que hizo que nunca más volviera a ver nada.
Diego Escudero
4 comentarios:
Pobre tocayo... es lo que tiene ese mundo. Y las historias que tocan la realidad son, en su mayoría, tristes.
Un abrazo
Qué dura y qué real tu historia... Me he dado un paseo por tus blogs y ¡me han encantado! Un gran descubrimiento XD
Un abrazo
¡Qué triste es el mundo de la droga, arrebata todo incluso los sueños! Un abrazo.
Interesante
Publicar un comentario