Perdí el vuelo y tuve que pasar otra noche en el aeropuerto. Cada vez que necesitaba subir a un avión, escuchaba miles de voces que me atormentaban. Sólo había una forma de hacerlas callar, obedecerlas. Una vez que cumplía sus órdenes, las voces me dejaban tranquilo, pero era incapaz de recordar lo que me habían mandado.
Mientras esperaba al próximo avión, uno de los empleados del aeropuerto se acercó a mí.
-Ha tenido suerte de perder el vuelo –me dijo- el avión ha explotado en el aire.
En ese momento me sentí aterrado al escuchar algo que nadie más podía oír. Miles de voces reían en mi mente.
Diego Escudero
7 comentarios:
Uffff, que siniestro, no? Sabes como crear suspense y mal rollo con pocas palabras... Aunque quizá me gustaría haber sabido más sobre esta historia y sus vocecitas.
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
La verdad es que tal y como han estado los aviones, a veces pienso que cualquiera se atreve... Algo de cosilla por lo menos, a mí me da.
Un saludito.
Hablamos de aviones y todos los vemos explotar o sinónimos, era de esperar, aún así con las voces lo salvas.
pequeño gran relato, lo de las voces es un gran ncomplemento, me gusto leerte de nuevo amigo.
Eres sin duda un maestro del microrrelato. Se te echaba de menos por El Cuentacuentos. Entiendo que quien originó la explosión ¿fue él? Un besote.
Tus voces y mis coincidencias salvando al mundo jajaj o al menos, a parte de él.
Besos angelicales.
que perturbador, es ta claro que tendría que hacerse mira lo de la esquizofrenia, desafortunadamente eso no le iba a salvar de quien quiera que esté jugando con él.
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